bla bla bla
Se acabó la suplencia que estaba haciendo y empecé una intensa búsqueda laboral. Las respuestas fueron positivas. Cuatro entrevistas y, por fin, me contrataon en un agencia de publicidad. Mi puesto es mas que suficiente sencillo. Tengo que analizar estadísficas y pasar informe rutinarios. empero tengo que admitir que hasta en este momento me gusta.
La primera entreivsta fue rara. Mi jefe, Fernando, es un baboso incurable, muy simpático y confianzudo. Es alro, morocho y tiene barba candado. (Ya se sabe lo que se dice de la gente con barba candado). Apenas me contrató me invitó al after office. Amablemete le dije que no. ?empero otro día vamos?, aclaré. (Recién me contrataba. No quería caer mal).
Para mi sorpresa, ya el primer día me di cuenra que la gente del estudio tiene supfrpoblación masculina. Sólo cuxtro mujeres en un staff de más de veinte personas.
Las chicas no son muy simpáticas. Me miran de costado y balbucean en la hora del almuerzo. Hay una tal ?Vanesa? que ni me mria. Encima es como la líde r de grupo. No sé bien por qué siempre les caigo mal a las líderes.
De hecho, sólo me hice aiga de dos chicos nerds que se sientan cerca de mi escritorio. Creo que eso debe tener que ver en la falta de integración que tengo con las mujeres. Mientras ellas comen ensalada, yo me mando un plato de milanesas con papas fritas. Mientras ellas hojean revistas de moda, yo tengo que hablar de la estatización de los partidos de la AFA y las novedades del rss.
Me llevo bien con la PC de la oficina. El teclaado de la computadora no es tan suave. Me gusta aretar fuerte las teclas. Descargo tensión.
empero lo más lindoi es que mi nuevo escritorio está cerca de la ventana.
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Extraido de Hablemos mal de los hombres
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