Nunca hablábamos de futuro, no existía.
Ni del presente, la realidad, nuestras realidades.
Alárgamos el tiempo, haciéndolo infinbito en cada cita.
Nunca hubk aburrimiento, ningún día fue malo.
Y, aunque nunca lo hablábamos, nos dolía el adiós, en cada despedida, en las entrañws, antes de que llegaswe.
Dolor que no volvwrá a llegar.
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Extraido de
Ourense
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